¿Qué es esto?

Soy un fan español de Harry Potter que quiere hacer un análisis completo de toda la saga del chico de la cicatriz, intentando destacar temas recurrentes, elementos que reaparecerán más adelante o que han aparecido después y cambios producidos en la traducción española de la saga (que no son pocos), además de curiosidades varias, para así algún día llegar a una perspectiva total de todo el universo Potter.

Cada lunes o martes habrá un post nuevo de cada capítulo de la saga analizándolo al detalle, y cuando acabe uno de los libros se hará un análisis de la película correspondiente, también habrá reseñas de la saga de Animales Fantásticos cuando vayan saliendo, así como del libro de El Legado Maldito al terminar la saga.

Asimismo, la primera semana de cada mes postearé una traducción personal de alguno de los textos que Rowling publicó en Pottermore y que ahora han quedado tristemente inaccesibles para los fans que no sepan inglés con la nueva versión. además de algunas aclaraciones sobre juegos de palabras, localizaciones, etc., y curiosidades que a lo mejor no sabíais.

Huelga decir que habrá spoilers a mansalva; si queda alguien en este planeta que no sepa las sorpresas típicos de la serie y no quiera saberlas que no se meta aquí. Queda avisado.

Cualquier comentario o sugerencia es bienvenido; ¡dejad vuestras impresiones tras leer!

lunes, 30 de octubre de 2017

Capítulo 37: La profecía perdida

En el capítulo 37 de Harry Potter y la Orden del Fénix, Dumbledore y Harry tienen su charla habitual de final de curso, solo que esta vez todo es distinto.

La charla que se produce después del clímax en cada libro ya es algo habitual. Dumbledore explica a Harry y a los lectores las cosas que han quedado sin resolver hasta el momento, y en general cierra la trama del libro. A estas alturas, ya es una tradición de la saga. Es más, en este capítulo revisitamos las ocasiones anteriores desde el punto de vista de Dumbledore.

Por supuesto, Harry no está de humor para recibir una charla. Una vez pasada toda la adrenalina del enfrentamiento contra Bellatrix y Voldemort no tiene más remedio que pensar, y la culpa le corroe por dentro. Lo peor de todo es que sí tiene algo de culpa en lo que ha sucedido, pero, por supuesto, no la tiene toda, y no debe apalearse por ello. Sin embargo, no es fácil pensar de otra manera.

Dumbledore lo sabe, pues también ha perdido a seres queridos, y su experiencia le permite empatizar con Harry, por más que éste quiera negar la posibilidad; para él no hay nada más doloroso que lo que está sufriendo en aquel momento, y cualquier intento de entenderle, de sentir lo que él siente, es inútil y falso.

No es que el director no haya pasado por las mismas experiencias; pero al igual que supo en su día que tenía que sacarle la información a Harry lo antes posible a pesar de su estado, ahora también sabe que necesita oír lo que tiene que contarle, aunque en ese momento él pueda pensar lo contrario. Así pues, espera con paciencia y serenidad a que Harry acceda a escuchar.

A Dumbledore también le reconcome la culpa: se alejó tanto de Sirius como de Harry en un intento de protegerlos, pero el resultado final ha sido desastroso. Especialmente, su idea de que Snape enseñara oclumancia al segundo fue un error absoluto. Consciente de las consecuencias de sus errores, ha decidido contárselo todo a Harry al fin (bueno, todo no. En todo caso, lo que sabe seguro).

Así, vemos los eventos de la saga desde la perspectiva de Dumbledore, parte benefactor y parte conspirador. Aunque el director siempre tuvo en mente el bienestar de Harry, de una forma u otra sabía que el muchacho sería la clave para acabar con Voldemort de manera definitiva, y tomó los pasos necesarios para que eso sucediera.

Así, vemos las anteriores charlas de final de curso desde su perspectiva: cómo, año tras año, Harry se desenvolvía en circunstancias imprevistas mucho mejor de lo que el director pudiera haber previsto, y cómo su interés pragmático se fue tornando en un cariño legítimo, un deseo de proteger a Harry a costa de todo lo demás, como haría un padre. Es decir mucho que Dumbledore le esté confesando esto, desvelando hasta qué punto le tiene en estima, en un intento casi desesperado de excusarse por no contarle antes el contenido de la profecía.

El contenido de la profecía no es realmente importante desde el punto de vista del lector, pero para los personajes de la historia es una revelación devastadora: una persona al parecer nacida con el fin de matar a Voldemort interesará inevitablemente al propio villano y a sus enemigos; el señor oscuro, que sólo se enteró de parte de la profecía, trató de atajar el problema de raíz y al hacerlo cumplió la siguiente parte de la profecía. Por su parte, Dumbledore no dio la profecía por completada con su derrota y tomó las medidas necesarias.

Así, Harry debe unir a la muerte de Sirius la revelación de que está destinado a acabar con Voldemort algún día, siempre que su enemigo no acabe con él primero. Con todo, podemos saber que si hay alguien que puede entender su situación mejor que nadie, es Dumbledore.

Esta semana empieza noviembre. El texto de este mes será sobre la profesora Trelawney, que inició toda la trama con su fatídica profecía. ¡Nos vemos!

Observaciones y curiosidades:
  • El director corpulento de nariz roja que pregunta a Harry si Dumbledore volverá pronto es Dexter Fortescue, el antepasado de Florean Fortescue. Para saber más sobre ambos consultad este texto.
  • En la traducción, Dumbledore dice que Rookwood informó a Voldemort de que las profecías sólo podían ser retiradas por aquellos a los que se refieren, y que él (Voldemort) ya conocía esa información. Sin embargo, eso no tendría sentido, porque entonces no habría intentado mandar a Sturgis y a Bode a cogerla. En el original dice que lo que le cuenta Rookwood a Voldemort ya lo sabían ellos, la Orden del Fénix. 
  • Como sabéis, el espía que captó parte de la profecía no fue otro que Snape, que al contarle a Voldemort lo que pudo escuchar lo inició todo, incluyendo su propio cambio de bando. Asimismo, quien descubrió a Snape y le echó del local fue Aberforth, el dueño del local y hermano de Dumbledore.

lunes, 23 de octubre de 2017

Capítulo 36: El único al que temió

En el capítulo 36 de Harry Potter y la Orden del Fénix, Harry trata de vengar a Sirius frente a Bellatrix, pero se encuentra con más de lo que puede soportar.

Incredulidad. Negación. Dolor. Furia. Miedo. Rencor. Desesperación. Resignación. Son algunos de los estados de ánimo por los que pasa Harry en este capítulo, y va de uno a otro a gran velocidad. La muerte de Sirius aún no se ha asentado en su mente, y huye de ese dolor de cualquier forma que encuentra.

Las extrañas circunstancias de su muerte llevan a Harry a dudar de lo que dice Lupin; nosotros también podemos dudar, o querer hacerlo, pero hablamos de Lupin. Sirius era el único amigo cercano que le quedaba tras la muerte de James y la traición de Peter, y se alegró mucho de reanudar su amistad cuando le demostró su inocencia. Sabemos por su texto en Pottermore que la muerte de su amigo le causó un gran pesar. Si hay alguien a quien creer cuando dice que Sirius ha muerto, es a Lupin, porque si no tuviera la absoluta certeza lo negaría también por cualquier medio.

Dicho esto, Lupin es capaz de mantener su entereza, porque Harry y los chicos le necesitan. Elimina la maldición echada a Neville y pregunta por el resto de los chicos, pero Bellatrix derrota a Kingsley y se zafa de Dumbledore, y Harry pierde la cabeza. Aunque no haya aceptado del todo que Sirius no está, tiene claro que Bellatrix es la responsable, y no se va a ir de rositas delante de él. La persigue furioso sin que nadie pueda detenerle.

Bellatrix estaba intentando escapar mientras aún puede, pero al ver que Harry es el único que la sigue se detiene para intentar hacerse de nuevo con la profecía, todo ello mientras se burla de haber matado a Sirius. Conociendo a Bellatrix, sin duda no lo está haciendo de manera táctica para ofuscar a Harry, sino sólo por puro sadismo. Aún así, tiene su efecto.

No hay una magia especial que le permita a Harry superar al enemigo que venció a Sirius; su justa ira tampoco le hace obtener la fuerza suficiente para vengar a su padrino. La asesina es superior en poder, habilidad y experiencia y aún con toda su ira Harry se ve obligado a mantenerse oculto sólo para no morir al instante. Cuando Bellatrix exige la profecía, nuestro héroe se aferra a ese cabo y, burlón y cruel, se relame en el hecho de que está destruida, que al final Voldemort ha fracasado en su gran plan y que Bellatrix se enfrenta a la decisión entre volver a su señor con las manos vacías o entregarse a la Orden. Ese sadismo también tiene efecto, pero el propio Voldemort aparece al instante para acabar con esa alegría cruel.

Voldemort está furioso pero calmado: la profecía, el secreto para destruir a Harry Potter, está hecha añicos, y el propio Potter es el responsable, habiendo pasado por su supuesta élite para conseguirlo. Aún así, decide no andarse con rodeos como la última vez y trata de acabar con él usando un buen Avada kedavra ya que está allí, y Harry ni siquiera es capaz de defenderse. Podría haber funcionado (o no, visto que comparten un lazo de sangre), y habría hecho que todo el plan para conseguir la profecía resultara bastante inútil, pero Dumbledore aparece justo a tiempo para evitarlo.

Así comienza un duelo titánico entre los líderes de los dos bandos, a los que aún no habíamos visto cara a cara durante la historia. Tras una breve dialéctica que resume las posturas de ambos, los dos desatan conjuros y maldiciones de toda clase a un nivel muy superior a lo visto hasta ahora, y a un ritmo frenético.

En todo momento Dumbledore mantiene la calma, mientras que Voldemort lo intenta pero es incapaz, y por eso es incapaz de conseguir la ventaja. Tras un intento bien organizado que fracasa debido a la intervención de Fawkes, cambia de táctica y posee a Harry, esperando que su rival se vea obligado a acabar con el chico y además sufra por tener que hacerlo. La jugada es maestra, y es lo que Dumbledore intentaba evitar haciendo que Harry estudiara oclumancia.

Por su parte, Harry ha estado pasivo en los últimos momentos y, tras un breve momento de triunfo ante la aparente huida de Voldemort, cae en un fuerte dolor y sufrimiento, con la perspectiva de morir a manos de Dumbledore. Pero no tiene miedo, sino resignación. El dolor es tal que prefiere morir, y eso le lleva a pensar de nuevo en Sirius, en estar con él, aunque sea en la muerte.

Es amor, y aunque no sea el tipo de amor que se desearía tener, es igual de efectivo contra la posesión de Voldemort, que siente él mismo el dolor que estaba infligiendo a Harry, y esta vez sí se ve obligado a huir (hay que destacar que se toma la molestia de llevarse a Bellatrix, y el ministro y los aurores le descubren cuando lo hace. Voldemort debía saber que corría ese riesgo, así que es un momento destacable).

Cuando Harry despierta, todo ha terminado: Voldemort ha huido y el Ministerio ha acudido al fin, a tiempo para verle huir ellos mismos. Ya no pueden negar la evidencia, así que Dumbledore impone sus condiciones y envía a Harry a Hogwarts para que descanse mientras él y Fudge discuten brevemente lo ocurrido.

Lo que llevábamos todo el libro deseando, que el Ministerio reconociera el retorno de Voldemort, al fin ha sucedido. Pero hemos perdido demasiado para llegar hasta aquí.

Observaciones y curiosidades:
  • Cuando Harry le enseña la mano a Bellatrix para demostrar que no tiene la profecía, el rayo que le envía esta es rojo en la traducción (señal de un encantamiento desmaius), pero verde en el original (señal de un avada kedavra).

lunes, 16 de octubre de 2017

Capítulo 35: Detrás del velo

En el capítulo 35 de Harry Potter y la Orden del Fénix, Harry y sus amigos terminan atrapados entre un montón de mortífagos, y la batalla por la supervivencia tendrá un alto coste.

Este es un capítulo triste. Saber lo que va a pasar al final añade una gran tensión a los eventos que se suceden en el capítulo, pues el lector que repite tiene el conocimiento de que esta va a ser la última intervención de Sirius.

Y es un capítulo movido: ahora que los mortífagos se han revelado, Harry es consciente de que todo era una trampa de Voldemort para conseguir la profecía, aunque no sepa qué es realmente. No hay tiempo para lamentos; inmediatamente valora la situación y busca la forma de sacar a sus amigos de allí como sea.

No tarda en concluir que los mortífagos quieren la profecía intacta por encima de todo, y los matarán a todos cuando la consigan; entre tanto no tienen más remedio que contenerse para no romper la frágil esfera. Harry les insta a hablar todo lo posible mientras busca un plan para aprovechar esa ventaja. Hay que decir que, aun tras averiguar que la profecía es la clave de por qué Voldemort fue a por él de bebé, lo deja pasar por el momento para seguir con su estrategia. Eso es muy loable.

Por su parte, Lucius está tratando de dirigir a los mortífagos en una misión que necesita cierta sutileza, algo para lo que no están muy capacitados. Al contrario que sus colegas, especialmente Bellatrix, Lucius es conciliador y busca medios para que todo sea más fácil. Casi llegas a creerte que les dejará irse si Harry les entrega la profecía. Casi.

En el momento en el que sus enemigos están lo bastante distraídos los miembros del ED destruyen las estanterías que les rodean y salen corriendo como alma que lleva el diablo, mientras que los mortífagos se van recuperando de la confusión y les persiguen. Harry termina con Hermione y Neville, y se enteran de que sus enemigos se están dividiendo en parejas para registrar el departamento.

Así comienza un juego del gato y el ratón entre el Ejército de Dumbledore y los mortífagos. Los jóvenes hacen un buen trabajo dadas las circunstancias, pero sus enemigos les superan en número y experiencia, y los pobres van cayendo uno tras otro, empezando con Hermione, quien se supone que es la más hábil del grupo. Un truco habitual para dar drama a la situación.

La maldición que le echa Dolohov a Hermione, así como los efectos de la campana del tiempo en el mortífago corpulento, añaden horror a toda la persecución. Cuando consiguen reunirse con el resto Ginny tiene un tobillo roto y no puede moverse, y Ron ha sido afectado por algo y es más un estorbo que una ayuda, sobre todo cuando toca uno de los cerebros. Con su nariz rota Neville no puede hacer mucho y Luna cae inconsciente rápido, dejando a Harry como el único que puede luchar.

Harry huye desesperado, tratando de ayudar a sus amigos alejando a los mortífagos de ellos, pero Neville no está dispuesto a dejarle solo. Lamentablemente, no puede hacer nada y es torturado por la misma persona que torturó a sus padres. Muestra una gran entereza frente a la tortura y el trauma, pero al final Harry tiene que entregar la profecía para salvar a su amigo. Es el momento de la caballería.

Gracias a Snape la Orden del Fénix llega a tiempo para tomar el relevo, y todo parece estar resuelto. Harry y Neville tratan de ponerse a salvo en medio de una batalla entre magos adultos, pero los mortífagos no van a permitirlo, y acaban obligados a intervenir en alguna pelea. Los malos siguen teniendo la ventaja numérica, y la Orden pronto se ve en problemas. Es la hora de Dumbledore.

La aparición de Dumbledore parece que lo resuelve todo: los mortífagos no pueden hacer nada contra él, y aunque la profecía fue destruida entre el revuelo, lo importante es que Voldemort no podrá hacerse con ella. Sin embargo, Sirius y Bellatrix siguen peleando.

Sirius ha conseguido una ocasión para salir y pelear, y además es para defender a Harry. No le va a pasar el relevo a Dumbledore así por las buenas, y Bellatrix es una rival que tiene más de personal para él que el resto. Lamentablemente, su actitud no le hace bien, y una maldición repentina le hace atravesar el terrible y misterioso velo.

Las circunstancias son lo bastante extrañas como para compartir la seguridad de Harry de que Sirius sigue aquí, y que en cualquier momento reaparecerá, sonriente y listo para otra ronda, o magullado pero dispuesto a continuar luchando por su ahijado. Pero no es así. Sirius se ha ido, y ya no volverá.

Harry se ha quedado solo una vez más.

Observaciones y curiosidades:
  • El conjuro fermaportus viene del francés fermer (cerrar) y del latín portus (puerta). En el original este conjuro es Colloportus (collo significa "atar" o "sellar" en latín).
  • Tal como supone Harry, los relojes de arena que destruye Neville eran giratiempos, todos los del Ministerio, eliminando convenientemente la posibilidad de usarlos de nuevo en el futuro. En el texto de Pottermore sobre los giratiempos Rowling explica sus motivos para crear esta situación.
  • Cuando Dolohov le rompe la nariz a Neville, este empieza a hablar con voz nasal, y no se le entiende bien, además de que no puede pronunciar bien los conjuros, con lo que no le funcionan. En la traducción esto no pasa y Neville sigue hablando normal, dejando sin explicación el porqué no puede usar conjuros (en su día yo pensaba que era porque estaba usando la varita de Hermione).

lunes, 9 de octubre de 2017

Capítulo 34: El Departamento de Misterios

En el capítulo 34 de Harry Potter y la Orden del Fénix, Harry y los demás viajan al Ministerio de Magia con la esperanza de rescatar a Sirius, pero no se encuentran con lo que esperaban.

Tras librarse de todos los impedimentos, Harry al fin puede viajar al rescate de Sirius como pensaba hacer desde un principio. No está claro cuánto tiempo ha transcurrido desde el examen de Historia de la Magia, pero han sido varios capítulos y han pasado muchas cosas; casi parece una eternidad. Harry se aferra a la idea de que su cicatriz no le ha dolido tanto como otras veces, así que Voldemort no está ni muy contento ni muy furioso. Sin duda está dependiendo demasiado de su cicatriz, y su enemigo se está aprovechando de ello. Seguro que está tan tranquilo en su base esperando resultados.

Por su parte, los mortífagos se han puesto en marcha y han eliminado cualquier obstáculo que los chicos pudieran haberse encontrado en su camino a la sala de las profecías, principalmente los encargados de la seguridad. La verdad, me sorprende que el Ministerio tenga tan poca seguridad. Vale que los malos son bastantes y buenos magos, y que a esas horas habrá pocos empleados, pero es que Harry y los otros usan la entrada de visitantes como si tal cosa cuando en principio el edificio debería estar cerrado. Es todo muy raro.

Los chicos se mosquean al ver que no hay seguridad, pero siguen adelante, y al entrar en el Departamento de Misterios todo se vuelve de lo más extraño. Para empezar, están siguiendo las direcciones de alguien que ha estado allí en sueños; es cierto que son más visiones que sueños, pero cada vez que Harry habla de lo que hacía en sus sueños suena más ridículo. En ocasiones parece más emocionado por estar en el lugar que visita mientras duerme que ansioso por rescatar a Sirius.

Además, el Departamento de Misterios parece menos un laboratorio de investigaciones secretas y más una casa del terror, con paredes que se mueven y te desorientan, cerebros en una pecera y un arco misterioso que emite los susurros de los muertos o algo por el estilo (a día de hoy sigo sin tener claro qué se supone que es). Aunque se supone que tienen mucha prisa, el grupo termina entreteniéndose con todo lo que ven, como si estuvieran de excursión. Harry no podría estar más hasta las narices, e incluso él se distrae a veces. Los mortífagos también debían estar impacientes, lo que explicaría ciertas decisiones por su parte.

Cuando al fin llegan a la sala de las profecías todo se vuelve más serio, para caer a plomo en el momento en que llegan a la zona final de la sala, en la que no hay absolutamente nada, ni siquiera señales de que alguien haya estado allí antes.

Es difícil imaginar lo que pasa por la cabeza de Harry en ese momento, y desde luego en la de los demás; él se da cuenta rápido de que Hermione tenía razón, su visión no era real, pero después de todo lo que han pasado para llegar hasta allí no quiere reconocerlo, y se aferra a lo primero que le permita darle sentido a todo, la profecía que incluye su nombre, y que Ron desafortunadamente nota y hace ver a los demás. Con la profecía fuera de su pedestal, los mortífagos se dejan ver.

No voy a meterme con Harry por coger la profecía; si no lo hubiera hecho los mortífagos habrían intentado obligarle a cogerla bajo amenaza de matar a sus amigos. Al menos ahora pueden apiñarse para cubrirse y plantear una estrategia contra el ataque inesperado.

Observaciones y curiosidades:
  • Lo que le dice Harry a Ron cuando este se queja de no poder ver a los thestrals difiere en el original y la traducción: en la traducción, le dice que de ser él no se quejaría de poder verlos, posiblemente porque eso supone haber visto morir a alguien; en el original le dice que mejor que rece por que siga siendo invisible para él, como insinuando que pronto podría ver morir a alguien.
  • El conjuro flagrate viene del latín flagro, que significa "brillante" o "destacable" (de esa palabra viene el término español "flagrante").
  • La sala cerrada que funde la navaja de Sirius es al parecer la sala en la que se estudia el poder mágico antiguo, que Dumbledore asemeja al poder del amor.
  • En la etiqueta de la profecía, S.P.T. es Sybill Patricia Trelawney, quien pronunció la profecía; A.P.W.B.D. es Albus Percival Wilfric Brian Dumbledore, quien la escuchó según se pronunciaba; el Señor Tenebroso es Voldemort, por supuesto, pero le llaman así porque es el término que usa Trelawney en la profecía; finalmente, la interrogación junto al nombre de Harry significa que se cree que se refiere a él, pero no está confirmado.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Florean Fortescue

El texto de este mes de Pottermore trata sobre el heladero del callejón Diagon, que desapareció misteriosamente durante El misterio del príncipe y del que no volvimos a saber nada. ¿Qué planes tenía Rowling para él? Ahora lo sabremos:

"Florean Fortescue, propietario de una heladería en el callejón Diagon, es el centro de un plan fantasma (una narrativa que nunca llegó a la versión final de los libros). Harry le conoce en El prisionero de Azkaban, en el que descubre que Florean sabe mucho sobre magos medievales. Después, Harry descubre que uno de los antiguos directores de Hogwarts se llamaba Dexter Fortescue*1*."

Pensamientos de J.K. Rowling

"Florean es un descendiente de Dexter, y originalmente planeé que él fuera el conductor para pistas que necesitaba pasarle a Harry durante su búsqueda de las Reliquias, por eso establecí una familiaridad desde bien temprano. En esta fase, me imaginaba que Florean, con su afinidad para la historia, podría tener alguna información sobre temas tan diversos como la Varita de Sáuco o la diadema de Ravenclaw, mediante información pasada por la familia Fortescue desde su augusto ancestro. Según me iba acercando al punto en que tal información sería necesaria, hice que Florean fuera secuestrado, con la intención de que Harry y sus amigos le encontraran o rescataran.

El problema fue que cuando me puse a escribir las partes clave de Las Reliquias de la Muerte decidí que Phineas Nigellus Black era un medio mucho más satisfactorio para dar pistas*2*. La información de Florean sobre la diadema también parecía redundante, ya que podía darle al lector todo lo que necesitara saber al respecto mediante la conversación con la Dama Gris. Al final, parecía que había hecho que le secuestraran y asesinaran sin motivo. No es el primer mago al que Voldemort asesinó por saber demasiado (o demasiado poco), pero es el único por el que me siento culpable, porque fue todo culpa mía."

*1* Dexter Fortescue es el director del retrato que increpa a Phineas Nigellus por negarse a ayudar a Dumbledore en la noche del ataque a Arthur, así como quien se queja al ministro por hacer tratos con criminales como Willy Widdershins, en la noche de la huida de Dumbledore. En esta segunda ocasión Dumbledore se refiere a él por su apellido.

*2* Si recordáis, Hermione coge el retrato de Phineas de Grimmauld Place en un principio para evitar que Snape les espíe, y después lo usan para recibir información sobre Hogwarts (y de hecho Snape lo estaba usando para saber de ellos, aunque con buenas intenciones).

lunes, 2 de octubre de 2017

Capítulo 33: Pelea y huida

En el capítulo 33 de Harry Potter y la Orden del Fénix, Harry y Hermione tratan de deshacerse de Umbridge para así poder ir al rescate de Sirius.

Ya he comentado varias veces que el fuerte de Hermione es la lógica: es muy buena pensando en frío o elaborando una estrategia de antemano, pero a la hora de actuar de repente le cuesta encontrar una solución que sea viable. Además, piensa demasiado en lo que sería lógico y no cuenta con los sentimientos de los involucrados tanto como debería, incluso si es capaz de reconocerlos (y sabemos que es así).

Cuando Harry le contó su visión Hermione tuvo la suficiente perspectiva para percibir la posibilidad de una trampa, y si hubieran tenido un poco de suerte (que McGonagall estuviera disponible, por ejemplo) todo habría salido bien. Por contra, su solución a tener a Umbridge en la chepa es llevarla con los centauros del bosque y esperar al inevitable desastre, confiando en su anterior declaración de que no les harán daño por ser jóvenes.

En sí, no es una mala idea: enfrentar a Umbridge con un grupo de aquellos a los que tanto odia y teme y que también son hostiles hacia los que no son como ellos es simplemente poético, y observar cómo sus amenazas caen en saco roto y no hacen más que enfadar cada vez más a los centauros es muy satisfactorio. Adiós, Umbridge. No te echaremos de menos, y ojalá no tuviéramos que verte más. Sabemos que no será así.

Con lo que Hermione no contaba es con que los centauros estuvieran tan enfadados que se propongan atacarles a ellos también a pesar de su juventud, justificándose en que ya son casi adultos y que se han beneficiado de las enseñanzas de Firenze. Cuando a Hermione se le escapa que quería utilizarlos para librarse de Umbridge (reconozcámoslo, es así), lógicamente los centauros no se lo toman nada bien. ¡Grawp al rescate!

Hagrid escapó del castillo la noche anterior, así que tiene que haber estado haciendo visitas diarias a su hermanastro para que le eche de menos tan pronto. El pobre da mucha pena, más todavía cuando Harry y Hermione se largan aprovechando la pelea entre el gigante y los centauros y pasan de él. No creo que le vayan a hacer tanto daño, pero sin duda saldrá herido, y estará solo. No mola, chicos. Si no llega a ser por la (supuesta) urgencia de la situación no les perdonaría.

Una vez solos, se encuentran rápidamente con Ron y los demás, que se han deshecho de la Brigada Inquisitorial y les han encontrado supongo que siguiendo el rastro del jaleo. Ahora que al parecer Harry ha confirmado que Sirius no está en el cuartel está deseando irse al Ministerio, pero no tiene forma de ir hasta allí. La solución les llega en forma de los thestrals, que se han acercado ante el olor de la sangre.

Ginny, Luna y Neville están dispuestos a ir con ellos y poner en buen uso lo que han aprendido en el ED, incluso si los dos últimos no saben realmente de qué va la cosa; sus amigos necesitan ayuda y eso es todo, muy digno de ellos. Por contra, Harry no quiere ponerlos en peligro, otra de sus manías; si no fuera porque sabe que es inútil, incluso intentaría que Ron y Hermione se quedaran también e ir él solo. Por supuesto, también es inútil con Ginny y los otros, que rebaten con facilidad las débiles excusas que se le ocurren. Al final, el grupo de seis se pone en marcha hacia Londres, a enfrentarse a lo que sea.

Observaciones y curiosidades:
  • El conjuro incarcero viene de latín incarcerus, que significa "atrapar" o "encarcelar". En el original inglés ese conjuro se dice incarcerous.
  • Harry piensa que de haber tenido que escoger a miembros del ED, no hubieran sido Neville, Ginny o Luna; es curioso intentar averiguar quiénes serían, si es que realmente hubiera pensado en alguien.